jueves, 13 de noviembre de 2014

20 de Abril de 1.884: el recuerdo al sabio profesor Don Narciso Hebrard y el dulce embeleso hacia su hija Matilde. Por Francisco Carrasco de la Sagra. III

Gabriel Carrasco Hurtado


Salón Amarillo de la RANF de Madrid.
© Fotografía: Real Academia Nacional de Farmacia. Madrid.


Publicamos una tercera entrega de la transcripción que hemos llevado a cabo, no sin dificultad, del delicioso discurso de FRANCISCO Carrasco de la Sagra (nieto de Gabriel Sagra Morante, Navas de San Juan 12/04/1.856- Trebujena, 31/12/1.925. Farmacéutico en Las Navas, Arquillos y Trebujena) en la Real Academia Nacional de Farmacia.
Remarcamos la dificultad en la transcripción pues nos encontramos ante un documento escrito de puño y letra de Don Francisco con una letra difícil de leer y sin duda curtida , ya a la altura de 1.884, en años de trabajo.
En este extracto nos adentramos en la vida académica de su padre político y maestro Don Narciso Hebrard (el que fuera farmacéutico de Las Navas de San Juan), madrileño de Valdemoro, y, como no, nos deleita con esos momentos azarosos y verdaderamente insólitos del Sr. Hebrard.

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pital? y pudieran extender sus operaciones hasta el punto de contratar con el Ayuntamiento el servicio de conducción de materiales para las obras públicas y acarreo de los escombros a las afueras, con lo que llegaron a crearse muy buenas relaciones una posición bastante desahogada, que les permitió atender holgadamente a la educación de nuestro biografiado, quien desde las primeras letras revelos decidido afición al estudio y daba notorias señales de poseer dotes nada comunes de una inteligencia privilegiada.
A los 12 años empezó (el Sr. Hebrar) sus estudios de filosofía en los escolapios de S. Antonio, donde se distinguió notablemente en todos las asignaturas y con especialidad en el latín y las matemáticas, a las cuales se manifestaba realmente inclinado, viendo premiada su aplicación con el titulo de Bachiller en Artes que obtuvo en 25 de Octubre de 1841.


Colegio de S. Fernando, donde continuo sus estudios con gran aprovechamiento, obteniendo honrosas calificaciones como lo acreditan los cuadros de censuras? Que se daban entonces, impresos al terminar cada curso, donde consta que el Sr. Hebrar alcanzó, desde el primer año, que era la Historia Natural, la nota de bueno, igualmente que Olórga y otras más, pero sin que ninguno la consiguiera mejor. De los años siguientes no tengo datos pero es de creer que, si no obtuvo superior calificación, cuando menos conseguiría la que mereció desde el primer año.
El 28 de Noviembre de 1845 recibió el titulo de Bachiller en farmacia, cuando no tenia mas que 21 años, edad que no le permitía, según las disposiciones legales ejercer en aquella época, alcanzar el de Licenciado que solo se concedía a los candidatos de 22 años, y únicamente era lícito sufrir la prueba en reválida, pero mediante solicitud, informe, y concesión de la Reina, sin que a pesar de todo esto se expidiera el diploma correspondiente, hasta cumplida por el interesado la edad ya in- 


dicada.
Puede preciso, pues, al Sr. Hebrar esperar que el tiempo con su rodar incesante, le colocara en aptitud legal de obtener el titulo de licenciado en Farmacia, y entre tanto repaso las ciencias naturales, principalmente la Botánica, a cuyo estudio manifestaba singular predilección, en lo que influyeron de una manera poderosa sin duda las sabias lecciones que, particularmente y en compañía de Galdo y Olorga, recibió del inolvidable Fallana?, quien le honraba con su amistad y le distinguió con marcadas muestras de deferencia y afecto. Por aquella razón quiso D. Nemesio, vistos las notables adelantos del Sr. Hebrar, predisponer el animo de este para su nombramiento, en tiempo oportuno, de regente en Botánica, título que entonces concedía a propuesta de los catedráticos, quienes determinaban los candidatos que a su elevado juicio, reunía bastante merecimientos para ello, los cuales llegaban a ocupar después, por análogo procedimiento, las vacantes que ocurrían en el profesorado, pasando más tarde, por

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virtud de los méritos contraídos a profesores numerarios y tengo entendido que aun existen algunos de aquellos llenando dignamente su importante cargo.
Aceptó por lo pronto el Sr. Hebrar estos espontáneos ofrecimientos, que tanto le honraban por la respetabilidad de la persona que los hacia y acaso no hubiera desistido ya se prestase a las nobles indicaciones de un querido maestro a pesar de ser contrarios al carácter y la modestia del discípulo si una circunstancia harto extraña y curiosa no viniera en aquella critica ocasión a imprimir nuevo y completamente distinto rumbo a la existencia de Sr. Hebrar, modificando también de una manera poderosa el que, sin esta contrariedad, hubiera sido entonces ya su natural y lógico destino.
Preocupados los cariñosos padres del Sr. Hebrar por la extremada debilidad física de este, nada extraña en su edad y menos en el puesto que era consecuencia indeclinable de su constitución y su temperamento esencialmente nervioso, pero que ellos, en su pasión 
, atribuían a perseverante estudio de su adorado

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hijo, razón por la cual se prometían que nunca ejercerá profesión ni cargo alguno cuyo desempeño exigiera trabajos mentales de consideración, ya que su posición le s bastaba a proporcionarle una vida cómoda y hasta regalada, porque no sería más que otro hermano, preocupados, repito, por tan absurda idea, y, a la vez que influían en el animo de su hijo para que abandonase sus estudios, determinaron consultar sobre la causa de su supuesta flaqueza con su médico, y, practicado por este el reconocimiento del joven Hebrar, vino a justificar la infundada alarma de sus padres diciéndoles con imprudente ligereza y por una mala apreciación, más ligera aun, que padecía un aneurisma de la aorta abdominal y que podían privarle de que estudiara o permitírselo porque de todos modos sus días eran bien contados.
Este dictamen tan determinante y desconsolador que fue también indebidamente oído por el mismo interesado, oculto con cautela en sitio a propósito sin que los demás pudieran apercibirse produjo su efecto. Sus afligidos padres se entregaron al

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sentimiento más cruel y esperaban con cristiana resignación, pero con dolor profundo a la vez que triste y próxima muerte de su desventurado hijo, aunque reservándose sigilosamente de el por suponerle ignorante de todo. El Sr. Hebrar por el contrario aguardaba con valor verdaderamente estoico que viniera por el la muerte, esa traidora y ¿? fantasma que nadie ha desenmascarado aun, cuyo recóndito secreto nadie ha podido arrancarle tampoco y que escasos hombres de ciencia has sido osados a ejercitarlo todavía con valor y libres de supersticiosas preocupaciones.
Tomando por verdad el Sr. Hebrar, como no podía menos aquel terrible pronóstico y convencido su espíritu valiente de que pronto emigraría a ignoradas regiones donde nadie sabe la suerte que le espera, no quiso abandonar este valle de lagrimas sin dejar en el huellas de su paso y participar de ¿? de agradables emociones ya que la fortuna estaba de su parte en este punto, y, dejando a un lado sus estudios y sus afi-

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ciones al trabajo, dio rienda suelta a las pasiones y satisfizo todas las voluptuosas exigencias de que es capaz la naturaleza humana entregándose por completo al placer, todo con el deliberado propósito de que la implacable muerte le sorprendiera alegremente entretenido.
Pero pasaba el tiempo y la muerte no se atrevía a consumar el crimen de aquel divorcio entre el alma y el cuerpo del Sr. Hebrar, según la demanda que tenia entablaba por medio de un pobre médico y tuvo que mandarla retirar avergonzada tal vez de haber intentado alterar injustamente la armonía de aquel perfecto organismo cuyas partes funcionaban con toda regularidad y sin rebelión ni protesta contra la gran fuerza motriz que las tenia en continuo movimiento y a la que prestaban de buen grado la más incondicional obediencia.
Cumplido con harto exceso el termino del cumplimiento que le pusiera el doctor y no sintiéndose molestado ni resentida su salud en lo más mínimo, comprendió el Sr. Hebrar que aquel

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habría sido un feliz mensajero de la muerte o que esta había capitulado ya con el, vista su resuelta actitud y como por otra parte estaba más que satisfecho de su vida de holgazán y calavera, teniendo ya la edad legal obtuvo el título de Licenciado el 8 de Abril de 1847. Arrepentido de sus extraño pasado al recobrar, con la convicción de que no había tal peligro para su vida, la dulce calma que perdió en mal hora, solo pensó ya en reparar sus inocentes errores y en ser útil a su familia y a la sociedad.
Su Valdemoro, donde sus padres tenían grandes afecciones por consejo y aun insistencias de los mismos y sin que el Sr. Hebrar haya sabido nunca la verdadera razón del empeño de aquellos, aunque lo relacionaba con su supuesta enfermedad, contrajo matrimonio con la distinguida joven Dª Ambrosia Maestre, hija del reputado médico D, Leonardo, que ejercía su profesión en el mismo pueblo de su esposa Dª Maria Carrasco.
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